jueves, 11 de junio de 2009

UN ANTES Y UN DESPUÉS DE IRAK

Irak, junto con toda la zona de Golfo, está sobre una zona petrolera. Después de Arabia Saudita, posee las reservas de petróleo más importantes del mundo, un punto clave para la economía mundial. Estados Unidos, necesita el recurso natural al por mayor, ahí su razón por un Irak estable y aliado para que no amenace a sus vecinos petroleros. Un lugar estratégico para seguir a Medio Oriente, Irán y Afganistán.


Un país del que se puede contar su historia desde años Antes de Cristo, un Mesopotamia que pasó a convertirse en la república de Irak -lugar de desarrollo de las civilizaciones antiguas-.En la edad media Bagdad –actual capital- era el centro del Imperio Islámico, que comprendía desde Marruecos al subcontinente indio.


Irak bajo la huella de una guerra


Finalizando la primera guerra mundial, Irak pasó a estar bajo el mandato de los británicos, quienes designaron que las tierras de Basora y Bagdad –las que desde siempre fueron parte del territorio físico de Irak- junto con la provincia de Mosul serían parte del país, debido a la cantidad de petróleo que se encontraba dentro del territorio del último.


En 1932, Irak accede a la independencia como nación, siendo una monarquía constitucional, pero siendo reconocida en la Sociedad de Naciones –organismo nacional que buscaba implementar bases de paz y reorganizar las relaciones internacionales post I Guerra Mundial- como una nación soberana.


Durante 1941 mientras se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro, encabezó un golpe de estado, lo que dio paso a que en 1958, se tomara el poder el general Abdul Karim Qasim, mismo año en que el Rey Faisal II –el último rey de Irak- y su familia fueran asesinados bajo el golpe de estado, transformándose Irak en una república agitada, que sería gobernada por Hussein.


Sus décadas desde el olimpo


Hablar del Gobierno o régimen de Sadam Hussein significa, hablar de torturas, corrupción, asesinatos, golpe de estado, decapitamientos, entre otras cosas. Pero para llegar a eso el camino no fue para nada fácil. Porque para Saddam Hussein Abd Al-Maiyd, nacido el 28 de abril de 1937, su carrera tanto como militar y político no fue de muy fácil acceso. Es más, fue parte de golpes de estado, donde la sangre derramada en las tierras iraquíes fue incuantificable.


Su nombre recién se hizo conocido en 1959. Ese año él junto a otros compañeros del partido -Baas, con bases laicas y socialistas- participan en un atentado contra el Primer Ministro Kassem, que había llegado a lo más alto mediante un golpe de estado contra el Rey Faisal II.


Pero ese intento no llego a buen puerto, y el por ese entonces joven Saddam tuvo que lidiar con la derrota. Pero no se iba a cansar, y su premio lo obtuvo en 1979 cuando llega a ser el Presidente de Irak – sin ser elegido – tras la dimisión del presidente Ahmed Al-Bakr, siendo automáticamente el nuevo presidente, jefe del ejercito y secretario general del partido. Su control de ahí en más era y fue total.


Su sangrienta manera de hacer política no tarda mucho en aparecer: contra los disidentes, con purgas políticas que afectan a todos los que están en contra del régimen, y dentro del mismo partido, en el que coloca a gente de confianza, de su mismo clan, en los puestos claves.


Pero como esas prácticas eran realizadas de manera clandestina, los iraquíes tenían una buena percepción de Hussein, ya que lo consideraban un buen líder. De hecho, hasta que Irak fuera invadido por los Estados Unidos, su pueblo jamás puso en duda alguna acción, en parte eso se daba porque Saddam era implacable con los detractores.


Esa imagen de hombre todo poderoso de la nación lo llevó a generar no solo conflictos al interior de Irak, sino que fuera de sus fronteras, como ocurrió con Irán y Kuwait y la Guerra del Golfo, donde Colin Powell se cruzó en su camino con su operación denominada “Tormenta del Desierto”, obligando a Saddam a rendirse ante el poderío militar desplegado por el país norteamericano.


El historial de Hussein como líder parte en 1980 cuando lanza su primera ofensiva militar: invade a su vecino Irán, no sin antes haber desatado una oleada de represión contra sus conciudadanos chiíes -si bien es verdad que estos estaban siendo armados por Irán de cara a enfrentarse con el gobierno iraquí-.

La guerra, cruenta e interminable -8 largos años-, reflejó la crueldad con la que podía actuar Saddam, así como la hipocresía de Occidente, que hacía vista gorda a lo que allí ocurría o negaba la ayuda que les entregaban a Irak. El ejercito iraquí, pertrechado por las potencias occidentales, sobre todo por los Estados Unidos y Francia, intentó una guerra relámpago contra su vecino, pero la demografía de la antigua Persia, con una población muy superior, la hizo imposible, debiendo abortar dicha operación.

Pero este hombre no tan sólo demostró que era un líder duro, sino que también mostró actitudes bastante hábiles. Demostró ser un maestro de las relaciones públicas: Por una parte consigue el apoyo de los países árabes moderados, ante los que se presenta como el representante del sunnismo ante el chiísmo, mientras que por otra parte, consigue que los Estados Unidos lo saquen de la lista de naciones que apoyaban el terrorismo y restablece las relaciones diplomáticas rotas hacía años. Algo que no iba ser para siempre.

Particularmente comprometida fue la visita que, en 1983, realiza Donald Rumsfeld a Bagdad, para entrevistarse con Saddam, años después se empeñaría en derrocar y al que entonces le vendía armas químicas. Estás, además, no fueron solo utilizadas contra Irán, sino que formaron parte de la campaña contra los kurdos que emprende Saddam en 1988 y que culmina con el bombardeo con gases mostaza, sarín y otros de la localidad de Halabja, que provocó unas 4000 bajas civiles.

Y si bien la lista de crímenes de Saddam Hussein son incuantificable, dentro de su curriculum se puede contar la ejecución de 148 chiítas de la aldea de Duyail en 1982, el ataque químico a Halabja -1988-, el aplastamiento de la rebelión chiíta -1991- las fosas comunes -1991-, la guerra contra Irán -1980-88- y la invasión de Kuwait -1990-, que vendrían siendo como los hitos más importantes en la carrera de Saddam al mando de Irak, donde implantó el terror de forma magistral, hizo buenas migas con occidente y mal que mal estuvo sin sobresaltos en el poder durante 24 años. Pero nada es para siempre, y siempre hay alguien que pasa la factura, y para la lastima de Saddam esa factura vino desde el lado menos pensado.

Guerra del Golfo

Hussein comenzó la guerra contra Irán en 1980, un conflicto que tuvo aportes financieros de parte de países occidentales –Estados Unidos- que se preocupaban de la revolución Islámica y la amenaza de una posible desestabilización. El alto al fuego se dio 8 años más tarde –organizaciones de derechos humanos comentan que hasta hoy ambos países tienen retenidos prisioneros de guerra-.


Irak invadió Kuwait en 1990, pero una coalición liderada por USA, obrando con la ONU, expulsó a Irak del lugar, Guerra del Golfo –guerra de 1990 a 1991 entre Irak y la coalición internacional, compuesta por 34 naciones, liderada por Estados Unidos, creada por la contra de la invasión de Kuwait por parte de Irak-.


Consecuencia de la Guerra del Golfo es que la ONU impuso sanciones para Irak, exigiendo que el régimen entregara sus armas de destrucción masiva y cancelara su programa de reconstrucción nuclear y se sometiera a inspecciones de la Organización de las Naciones Unidas. Irak, dio mano blanda y destruyó su arsenal, pero al pasar el tiempo en 1998 el gobierno iraquí acusó a los inspectores de la ONU que eran informantes de USA y no continuaron con el plan de verificación de armas.


Petróleo por alimentos


El programa impuesto por la ONU, que permitía importar a Irak cantidades de ilimitadas de petróleo para la compra de alimentos, medicinas y equipos de ayuda humanitaria, junto con lo necesario para mantener tranquila a la población. Aquí es donde hay un gran error de los fines a los que llevó esta campaña, -datos descubierto por inspección de la ONU- en la que hubo corrupción por parte de los funcionarios y las empresas inspeccionadas, por lo que se recibieron sobornos y el presidente irakí agrandó aún más sus bolsillos con el dinero destinado a la campaña.


Pronto las minorías –kurda y chií- eran protegidas con zonas de restricción aérea, vigiladas por USA y el Reino Unido, ya que el gobierno de Irak podría generar un ataque en contra de los traidores y enemigos de la nación Irakí.


El comienzo del fin


Mientras en Estados Unidos Bush recién comenzaba con su carrera como presidente, al otro lado del mundo – en Irak – Saddam Hussein no tenía piedad con nadie. Enviaba indiscriminadamente a la cárcel a personas, solo por su pensamiento político, a otros tantos los mataba, pero no contento con eso durante los años 2000 y 2001 decapitó a más de mil doscientas mujeres. ¿La razón?.


Pero ya que hacemos referencia a Estados Unidos, va ser precisamente este país, quien años más tarde ponga en jaque a este líder, que vivió amparado por enormes palacios, en los que vivía, dándose lujos que nunca soñó (hasta los 10 años era un analfabeto, que vivía en una familia pobre), pero que de un día para otro tenía en sus manos el control total y absoluto de su país.


El año clave de Saddam, y de todo el mundo fue 2001. Una mañana de 11 de septiembre, dos aviones se incrustan en las desaparecidas Torres Gemela, propiciándole un golpe a la potencia más grande del mundo. Detrás de todo ello, estaba una persona llamada Osama Bin Laden, y tras una búsqueda en Afganistán, los ojos de todo el mundo se trasladaron hasta Irak, donde habría armas nucleares que podrían poner aún más en peligro a los Estados Unidos.


A mediados del 2002 en Irak el golpe fue recibido. USA inició una campaña de falsas acusaciones hacia el gobierno Irakí –se hablaba de la presencia de armas de destrucción masiva y de un argumento falso de salvación al pueblo irakí o lograr que el gobierno de Hussein salga del poder, por ser partidario del terrorismo- pero más bien buscaba un interés personal, abastecerse de petróleo. Saddam no se intimidó y prácticamente cerró con llave sus fronteras. No dejo pasar a casi nadie. Excepto a los expertos de la ONU que debían verificar las acusaciones de Washington. En ese momento se dijo que sí existían, entonces los F16 de George Bush y sus flotas marítimas llegaron hasta las fronteras Iraquíes.


Una invasión desmedida con fines concretos: petróleo, globalización capitalista, bajo el control estadounidense.

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